Los grupos cibercriminales encuentran atractivos los métodos de aprendizaje y enfoque laboral de la Generación Z.


Imagen: Zdzisław Beksiński


Por Víctor Ruiz, fundador de SILIKN, Instructor Certificado en Ciberseguridad (CSCT™), (ISC)² Certified in Cybersecurity℠ (CC), EC-Council Ethical Hacking Essentials (EHE) Certified, EC-Council Certified Cybersecurity Technician (CCT), Ethical Hacking Certified Associate (EHCA) y líder del Capítulo Querétaro de la Fundación OWASP.


La generación Z, identificada como la generación de la tecnología, ha experimentado su formación en un entorno digitalmente interconectado. Conformada por individuos nacidos entre 1995 y 2012, estos jóvenes han presenciado la transformación tecnológica y han adquirido destrezas en su manejo desde muy pequeños. Y debido a que su competencia en el ámbito tecnológico es notable, ahora son objeto constante de interés por parte de organizaciones delictivas que buscan reclutarlos.

Es un hecho, los individuos pertenecientes a la generación Z disponen de un amplio acceso a información en línea y han adquirido la destreza de emplearla para potenciar sus habilidades tecnológicas. Un número significativo de ellos ha adquirido conocimientos en programación y desarrollo de software desde edades tempranas, lo que les confiere la capacidad de crear herramientas y programas susceptibles de ser utilizados para llevar a cabo actividades delictivas en el ámbito digital.

En la actualidad, el desafío que plantea el sector educativo de conectar a los jóvenes de la generación Z, identificados por su enfoque digital, con experiencias reales en el ámbito laboral no se limita únicamente a un deber académico. Además, se presenta como una oportunidad tentadora para grupos delictivos que ofrecen empleos más seductores, con salarios superiores, y están dispuestos a remunerar por las habilidades prácticas que los jóvenes desarrollan.

Para enfrentar las dificultades que surgen en estos entornos, es esencial adoptar innovadoras estrategias educativas respaldadas por la tecnología. Este enfoque implica una transformación en la manera en que los docentes imparten enseñanza y evalúan, utilizando plataformas digitales para respaldar este proceso. De esta forma, se busca acercar la experiencia del aula de clases a la realidad, un objetivo que hasta el momento las instituciones académicas no han logrado alcanzar, pero que sí entienden y realizan los grupos cibercriminales.

La generación Z ha incorporado innovadores enfoques de educación que les posibilitan potenciar sus habilidades tecnológicas. Un número considerable de ellos ha optado por la instrucción a través de tutoriales en línea y participación en comunidades virtuales, lo que les brinda la capacidad de aprender de manera independiente y a su propio ritmo. Asimismo, al crecer en un contexto en el que la colaboración en línea es cada vez más prevalente, la generación Z ha cultivado habilidades para trabajar de manera conjunta en entornos virtuales. Y es importante enfatizar en que estas son competencias que resultan extremadamente atractivas para las organizaciones cibercriminales.

En términos generales, el enfoque de aprendizaje de la generación Z muestra notables diferencias con respecto a las generaciones previas, presentando algunas semejanzas con la manera en que se preparan y actúan los grupos cibercriminales, tales como:

  • Tanto la generación Z, como los grupos cibercriminales, exhiben una notable familiaridad con la tecnología, especialmente en lo que respecta al aprendizaje en línea. A diferencia de generaciones previas, cuyo aprendizaje se basaba en libros y apuntes en cuadernos, ambos cuentan con un amplio abanico de recursos en línea y dispositivos digitales, permitiéndoles aprender a su propio ritmo y desde cualquier ubicación.
  • Ambos grupos aprecian la colaboración y la labor en equipo como elementos clave en su proceso de aprendizaje y de ejecución. Están habituados a compartir información y colaborar en conjunto a través de canales, aplicaciones de mensajería, redes sociales y otros medios en línea. Por esta razón, tienen preferencia por trabajar en grupos y colaborar con sus compañeros sin importar el lugar en el que se encuentren.
  • Ambos grupos muestran un aspecto esencial: su preferencia por el aprendizaje práctico y la experimentación. A diferencia de generaciones anteriores, que solían adquirir conocimientos mediante la lectura y la memorización, la generación Z y los nuevos grupos cibercriminales aprecian la aplicación de conceptos y teorías a través de experiencias prácticas. Por lo tanto, encuentran beneficio en enfoques formativos centrados en la resolución de problemas y el aprendizaje basado en proyectos.
  • Los integrantes de esta generación tienen la costumbre de adquirir conocimientos más allá del entorno escolar, valiéndose de la educación informal y la exploración autónoma. La principal forma de entrenamiento de los grupos cibercriminales no es en escuelas formales, por lo que desde la búsqueda de información en línea hasta su participación en foros y grupos de discusión, ambos grupos llevan a cabo un aprendizaje autodirigido, sacando el máximo provecho de su acceso a la información en línea.
  • Igualmente, a menudo se asigna a la generación Z la característica de impaciencia, ya que tiende a buscar resultados rápidos y espera obtener gratificación de manera instantánea, de manera similar a lo que buscan los grupos cibercriminales.

Con esto no estamos insinuando que todos los actuales cibercriminales pertenezcan a la generación Z. En cambio, estamos señalando la importancia de observar cómo algunos individuos han adoptado los mismos hábitos de aprendizaje y formación de esta generación para perpetrar sus acciones delictivas. Esto nos permitirá comprender mejor quiénes son y cuáles son sus objetivos.

Es de suma importancia resaltar que como sociedad debemos esforzarnos al máximo para prevenir que cualquier generación, en particular la Z, se involucre en actividades ilegales en línea junto a grupos cibercriminales. En cambio, deberían emplear sus habilidades tecnológicas de manera positiva, como la creación de emprendimientos, de aplicaciones destinadas a auxiliar a personas en situaciones de emergencia o para respaldar causas sociales.

En este contexto, es esencial que tanto las autoridades como las empresas adopten medidas preventivas contra el cibercrimen con el fin de garantizar la salvaguardia de individuos y organizaciones frente a potenciales ataques en línea. Además, es crucial que colaboren para establecer entornos laborales mejorados que aporten valor, experiencia y conocimiento, contribuyendo así a fortalecer la seguridad de los países.

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