APT-C-36 recrudece sus ataques y pone en jaque a gobiernos, bancos e infraestructura crítica en América Latina
Imagen: Zdzisław Beksiński
En el ámbito de la ciberseguridad, el grupo de amenazas persistentes avanzadas conocido como APT-C-36, también identificado como Blind Eagle, se ha consolidado como un actor relevante en América Latina.
Activo al menos desde 2018, este grupo ha ejecutado ciberataques sofisticados, dirigidos principalmente a instituciones gubernamentales, organizaciones del sector financiero y componentes de infraestructura crítica, con una atención particular hacia Colombia. No obstante, su actividad no se limita a ese país: ha extendido sus operaciones a otras naciones de la región, incluyendo México, donde sus ataques han despertado serias preocupaciones sobre la protección de datos sensibles y la estabilidad institucional.
APT-C-36, con un enfoque operativo centrado en América Latina, ha atacado también a países como Ecuador, Chile, Panamá y México. Se le reconoce por su alto nivel de persistencia y sofisticación, así como por su habilidad para combinar diversas técnicas de intrusión con métodos de ingeniería social. A diferencia de otros grupos APT que suelen actuar motivados por intereses estatales de espionaje, Blind Eagle parece tener objetivos principalmente económicos, aunque también ha demostrado capacidades orientadas al espionaje.
Desde su identificación, este grupo ha perfeccionado sus herramientas, entre las que destaca el uso de troyanos de acceso remoto (RATs), como BitRAT, distribuidos mediante campañas dirigidas de spear-phishing. Estas campañas utilizan correos electrónicos falsos que suplantan la identidad de entidades oficiales — como el Servicio de Administración Tributaria (SAT) en México — para engañar a los usuarios y lograr que ejecuten archivos maliciosos.
Su modus operandi se basa en el phishing como vía inicial de ataque. Blind Eagle envía correos cuidadosamente elaborados que aparentan provenir de fuentes legítimas. Estos mensajes suelen incluir documentos adjuntos o enlaces que, al abrirse, descargan RATs que permiten el control remoto de los sistemas infectados. Con ello, los atacantes pueden exfiltrar información sensible y mantener una presencia constante en los equipos comprometidos.
El grupo también implementa técnicas avanzadas para ocultar el tráfico de comando y control (C2), dificultando así su detección por parte de soluciones de seguridad convencionales. Por ejemplo, emplean dominios que imitan a organizaciones reales y aprovechan vulnerabilidades conocidas en servidores web para inyectar web shells, como ANTAK y ASPXSPY, con los que logran acceso no autorizado y escalamiento de privilegios dentro de los sistemas.
Desde noviembre de 2024, se ha detectado una intensificación de las actividades de Blind Eagle, especialmente contra entidades colombianas. Sin embargo, su capacidad de adaptación les ha permitido diversificar sus objetivos y atacar con eficacia a otras naciones y sectores estratégicos de la región.
En el caso de México, los ataques de APT-C-36 y otros grupos maliciosos han puesto en evidencia las vulnerabilidades existentes en sistemas gubernamentales. Estas debilidades, tanto humanas como tecnológicas, pueden ser explotadas por grupos como Blind Eagle, revelando la falta de mecanismos adecuados para salvaguardar información crítica.
Un hecho destacado se registró en 2023, cuando el Banco de México (Banxico) reportó cuatro incidentes de ciberataques dirigidos a instituciones financieras. Uno de ellos involucró una amenaza persistente avanzada que logró comprometer transferencias electrónicas por un monto de 25.25 millones de pesos. Aunque no se ha atribuido oficialmente a APT-C-36, las características del ataque — su nivel de sofisticación y su ejecución prolongada — coinciden con las tácticas comúnmente utilizadas por Blind Eagle.
Las acciones de APT-C-36 y otros actores similares tienen consecuencias profundas para la seguridad nacional y la estabilidad económica de América Latina. En el contexto mexicano, la exposición de información sensible podría poner en riesgo operaciones militares, revelar inteligencia clasificada y deteriorar la confianza ciudadana en las instituciones. A nivel financiero, incidentes como los reportados por Banxico derivan en pérdidas económicas relevantes y afectan la percepción pública sobre la solidez del sistema bancario.
En Colombia, donde Blind Eagle ha concentrado una gran parte de sus ataques, las operaciones gubernamentales han sido interrumpidas y datos esenciales para la infraestructura nacional se han visto comprometidos. La versatilidad del grupo, que oscila entre el crimen cibernético y el espionaje, representa un reto significativo para los sistemas de defensa digital en la región.
Para hacer frente a este tipo de amenazas, tanto las organizaciones públicas como privadas deben adoptar un enfoque integral de ciberseguridad. Algunas recomendaciones clave son:
Capacitación continua: Sensibilizar al personal sobre el phishing y fomentar prácticas seguras de navegación y manejo de información.
Fortalecimiento de sistemas: Mantener el software actualizado, aplicar parches de seguridad y emplear plataformas robustas para el resguardo de datos sensibles.
Detección y respuesta activa: Implementar tecnologías avanzadas de monitoreo e identificación de intrusiones para reaccionar en tiempo real ante comportamientos sospechosos.
Cooperación público-privada: Establecer mecanismos de colaboración entre gobiernos, empresas y expertos en ciberseguridad para intercambiar información sobre amenazas y coordinar estrategias de defensa.
En el caso de México, reforzar las defensas cibernéticas se ha convertido en una prioridad para proteger los activos estratégicos del país y preservar la seguridad nacional. A medida que estos grupos maliciosos evolucionan, resulta crucial que los gobiernos y las organizaciones de la región inviertan en ciberseguridad, capacitación continua y colaboración multisectorial para enfrentar los riesgos. La lucha contra el cibercrimen no solo requiere soluciones tecnológicas, sino que constituye un imperativo estratégico para la estabilidad, la soberanía y el desarrollo de América Latina.
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